Reencuentro
Mi salud se ha deteriorado considerablemente. Hace seis meses que me dieron la terrible noticia de mi enfermedad. Me sigo negando a recibir el tratamiento que me recomendó el doctor Reséndiz. Literalmente me estoy dejando morir. He perdido mi trabajo y de mis ahorros ya casi no queda nada.
Mi salud se ha deteriorado considerablemente. Hace seis meses que me dieron la terrible noticia de mi enfermedad. Me sigo negando a recibir el tratamiento que me recomendó el doctor Reséndiz. Literalmente me estoy dejando morir. He perdido mi trabajo y de mis ahorros ya casi no queda nada.
Mi
madre ya se cansó de rogarme que acepte los retrovirales, y mis amigas, de
insistir en el teléfono. Jamás les contesté. Ana, mi hermana, me ha visitado en varias
ocasiones y siempre terminamos peleando, por su necedad de que debo reiniciar
mi vida. ¡Qué les importa si ya no quiero seguir viviendo!
Hoy me
llamó Alejandro, no lo hacía desde la última vez que lo mande a la chingada. Por su maldita culpa me estoy
muriendo y todavía el idiota quiere que le dé una oportunidad. Desde que le
dije que estábamos enfermos comenzó a ver a un médico. Él se está tratando y
lleva una vida, hasta cierto punto, normal. Me preguntó si podría venir a mi
casa, ya que teníamos mucho que hablar. Después de mucha insistencia, terminé aceptando.
Cuando
llegó, no vi al hombre del que siempre estuve enamorada. Vi un Alejandro
derrotado y arrepentido. Lejos de sentir compasión me dio mucha rabia verlo. Se
veía tan sano... Fríamente lo invité a pasar. Nos sentamos en la sala. Le solté
todas las interrogantes que tenía guardadas desde hacía seis meses y a las cuáles nunca había encontrado respuesta. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Con quién? y sobre todo, por qué
si de verdad me amaba como decía no tuvo el cuidado necesario. Me contó que en
sus viajes a Estados Unidos, en Chicago, conoció a una mujer con la cual vivió
una relación amorosa. Después de tanto tiempo de conocerla, llegó a sentir la
confianza de no protegerse. La última vez que fue -dijo- antes de que me
dieran el diagnóstico, ella le confesó que era casada, pero al mismo tiempo tenía relaciones sexuales con
varias personas. Lo qué provocó que él diera por terminada esa relación. Esa fue una de las razones por las que decidió
dejar de viajar y proponerme que vivieramos juntos.
Me preguntó
que podría hacer para que lo perdonara. “Devuélveme mi salud y mi vida, pendejo”
Le solté muy molesta. Lloramos juntos por largo rato y me dijo que dedicaría todo
el tiempo que le quedara en cuidarme. Pidió perdón y me propuso matrimonio. Acepté.
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